
Walter Gropius y a sus espaldas el diseño del Chicago Tribune Tower, pionero de la arquitectura moderna en 1922.El espíritu con el que nació y se desarrolló la Bauhaus es el de una convergencia entre la industria, el arte y los oficios en virtud de un único objetivo: la construcción del futuro. Según el manifiesto de la Bauhaus, elaborado por su director y fundador, Walter Gropius, “el fin último de toda actividad creativa es la construcción”. Entre arte y artesanía, no existen más diferencias que las que la ideología de las elites han construido. Arquitectos, pintores y escultores deben volver a los talleres, puesto que es en la práctica constante donde aparece la inspiración- completamente inconsciente al artista- necesaria para las obras maestras.
Paul Klee “Temple Gardens”, 1920. Tanto Klee como Kandinsky son reconocidos mundialmente como referentes obligados del arte expresionista.

El fin de la Bauhaus era la fundición entre el arte y lo cotidiano; un estadio de constante creatividad, privado de barreras clasistas. La creación está en virtud de una función emancipadora de la sociedad. Contrarios a la crítica conservadora a las nuevas tecnologías, la Bauhaus se caracterizó por una neofilia sin límites. La modernidad se estaba olvidando de su promesa de emancipación, por ello había que rescatarla. Pero, este rescate no debía significar un retroceso, sino, al contrario, un avance hacia nuevos horizontes en la vida del humano. El reemplazo del hombre por la máquina en ciertos aspectos de la producción, no tenía porqué significar la renuncia de éste a lo que lo constituía como humano: la creación. La innovación es lo intrínsicamente humano.
Por eso había que alejarse de los dogmas. Para ello, cada idea nueva sobre tendencias o fines creativos era debatida en grandes asambleas constituidas por profesores y alumnos. El espíritu de la Bauhaus, para Josef Albers se refleja en una cita a Gropius donde este declara “”.
Cuando hablamos de la Bauhaus, es frecuente que pensemos en disciplinas como la arquitectura, pintura o escultura. La fotografía, por su parte, no es tan asociada a la Bauhaus porque no jugó un rol tan protagónico en la historia de la escuela como otras disciplinas. De hecho, no estaba dentro del currículum de enseñanza en los comienzos de la escuela.
Sería la llegada de Laszlo Moholy-Nagy a la escuela, en 1923, la que instauraría a la fotografía como uno de los campos a desarrollar. De procedencia húngara, Moholy-Nagy se consideraba a sí mismo pintor antes que fotógrafo.
Laszlo Moholy- Nagy “Celos”, 1927. Moholy- Nagy fue uno de los primeros en advertir la gran versatilidad de la fotografía tanto para relatar como para sugerir.En su publicación “Pintura, Fotografía, Film”, aparecida en 1925, y que constituye el octavo volumen de los “Libros de la Bauhaus”, intenta esclarecer las relaciones entre la pintura y la fotografía, tomando partido por una franca demarcación entre las dos disciplinas. Para Moholy-Nagy la fotografía constituía un medio creativo ideal para una “nueva manera de ver las cosas”. Mientras la pintura se dedicaba a darle forma al color, el papel de la fotografía era el de otorgarle cuerpo a la luz.

Laszlo Moholy-Nagy “Muñecos”, 1926Luego del cierre de la Bauhaus, “instigadora del bolchevismo cultural”, Moholy-Nagy se pasó por Amsterdam y Londres, para radicarse finalmente en Chicago, donde dirigió una naciente escuela de fotografía y diseño, a la que él bautizaría como “La Nueva Bauhaus”.
Detrás de todo gran hombre se esconde una gran mujer dice el cliché que, en este caso, se cumple plenamente. Lucía Schulz, más conocida como Lucía Moholy-Nagy, gozó de mucho menos fama y reconocimiento que su marido. Sin embargo, su obra adquiere mucho más valor desde el aspecto de la difusión: ella fue la encargada de fotografiar la gran mayoría de las obras producidas por la Bauhaus, desde edificios hasta artefactos domésticos, sin olvidar los retratos de los mismos artistas. Si bien su obra es menos experimental, encontramos en las fotografías de Lucía un depurado trabajo de la perspectiva y las líneas.



2 comentarios:
Es agradable tener distintos temas del arte a mano y con un lenguaje simple, casi sin recovecos intelectualoides.
Destaco eso de "judío que arranca sirve pa' otra guerra"...
Un abrazo, Meliza
Creo que se le da demasiado hincapié al trabajo de Moholy-Nagy en el artículo. Si bien gracias a el se llegó a considerar la fotografía dentro de la escuela, solo se impulsó como un medio de experimentación y no fue considerada como sujeto de real estudio hasta el cambio de dirección con Hannes Meyer que incorporó a la docencia a Walter Peterhans quién formó (no en completa plenitud, porque este no quería que la fotografía fuera parte de la tipografía en el taller de publicidad) por lo menos a 16 fotógrafos en la escuela antes que cerrara en definitiva en 1933. Dándole bastos conocimientos en técnica y apreciación de la belleza según teorías de Kant y repasando conceptos de antaño citando enseñanzas de Platón y Pitágoras. Se debería ahondar un poco más en esa materia.
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